"El camino no es como una autopista; el Camino es como un pajaro que vuela en el viento sin dejar huella tras de sí" Osho
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martes, 25 de septiembre de 2012
lunes, 24 de septiembre de 2012
Un día alguien me reprochó: "Cuando uno piensa tanto, a veces no puede disfrutar demasiado, lo se por experiencia propia C: MEDIO TEXTO! xp" ... y otro alguien le respondió: "... Con todo respeto, se trata no de pensar mucho sino de pensar Bien y hacerlo con pasión, pensar es como comer o dormir, se debe hacer cuando se debe hacer y cuando se hace se debe hacer TOTALMENTE, cabalmente con pasión. Entonces se llama recto pensar y es una actividad que se disfruta pero no solo eso, disfrute sensorial, sino que ademas, cuando no se piensa RECTAMENTE y de verdad, nos toman de giles y nos usa el sistema, ese gran anónimo que se alimenta de los caracteres tibios o indulgentes. En consecuencia surge la des-inteligencia, la ignorancia en el pueblo que desemboca [...]. Así que me parece, 1) que aqui no se ha pensado mucho sino bien 2) que es una gran responsabilidad social y no solo un privilegio humano, pensar rectamente y de verdad 3) que no hay que pensar por pensar o como decimos en Argentina "pensar al pedo" porque ahi si: 4) estoy de acuerdo contigo en que es una perdida de tiempo y que sería mejor en esos casos comerse un helado, salir a caminar o simplemente tirarse a dormir y disfrutar como una marmota, de la cual en ese caso, poco nos diferenciaríamos jajajaj :D"
Entonces, por eso invito a estas lecturas (de mas de una linea)...y cito:
"¿Qué paralelismos hacer? En un momento en el que la tecnología y el capitalismo “europeos” triunfan a escala planetaria, la herencia judeo-cristiana, como “superestructura ideológica,” parece amenazada por el asalto del pensamiento “asiático” de corte Nueva Era. El taoísmo posee todas las bazas para volverse la ideología hegemónica del capitalismo mundial. Una suerte de “budismo occidental” se presenta ahora como remedio contra las tensiones de la dinámica capitalista. Ello permitiría que nos desengancháramos y conserváramos la paz y la serenidad interior, y funcionaría como un complemento ideológico perfecto [del capitalismo]. "
http://zizekspanish.wordpress.com/2010/07/19/capitalistas-si-pero-zen/
domingo, 23 de septiembre de 2012
¿Qué síntoma?
Ahora bien: ¿de qué Síntoma hablamos en psicoanálisis? La construcción del Síntoma Analítico viene dada por la construcción misma de la Puesta en Acto de lo Inconsciente: el psicoanálisis, lejos de buscar rápidamente la curación (y el bien) del sujeto –furor curandis- crea –repito: crea- una neoformación: un nuevo síntoma que forma parte del constructo entre analista y anali(siendo). Desde Freud hasta nuevo aviso, las Neurosis son De Transferencia. Y así como el analista forma parte de lo inconsciente (ergo: quien no se analiza no tiene inconsciente) el síntoma también se constituye en el ensamblaje entre el diván y el sillón del analista.Resulta entonces que el Síntoma (la queja de lo que no-marcha) es el modo que pre-anuncia la Entrada en Análisis (por ello es que el paciente golpea a nuestra puerta); pero lleva también implícito la categoría de Estructural. Como dice Lacan: en ningún otro lugar que en la Psicosis, “...el síntoma, si se sabe leerlo, está más claramente articulado en la estructura misma." (Aquí también puede resultar claro porqué hablar de Patología en el sujeto es ya un abuso de términos).Para entender la cápsula en la cual está envuelto el síntoma, tenemos que pensar en las fantasías (fantasmas) que son sus proto-precursores. En 1909, Freud ya entiende al ataque histérico como un “sustituto de una satisfacción autoerótica antaño ejercida y desde entonces resignada.” Un año antes nos dirá que “el síntoma histérico es el símbolo mnémico de ciertas impresiones y vivencias (traumáticas) eficaces.” Es decir que será el síntoma lo que permitirá dar al trauma el carácter de tal. También en el apéndice, parte II, del Proyecto; conceptuará al síntoma como formación simbólica que incluye al recuerdo traumático como “efecto retardado” (nachträglich) y que tipifica la represión histérica. Ahora bien, la frase-fuerte-freudiana, en este punto, creo que la encontramos en 1908 cuando nos dice: “el síntoma histérico ES la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento de deseo.” Aquí la importancia clínica: interrogando al síntoma encontramos al fantasma asociado. (Esto no implica, claro, que el analizante verbalice primero el fantasma y después entremos al síntoma; ya que, de hecho, la lógica síntoma-fantasma es biunívoca y, clínicamente, es así como sucede; ya que al desplegar el fantasma el sujeto puede comenzar a poner en acto su neurosis transferencial y su neo-formación sintomática.)Como vemos, síntoma y fantasma se unen con el lazo de lo (real) sexual; y no podría haber sido distinto: ese real, del que el sujeto nada quiere saber, es justamente lo que lo divide: allí encontramos lo que Oscar Massotta definiría como el juglar que siempre canta la misma canción (sexualidad y muerte): lo inconsciente. En el mismo texto freudiano al que hacíamos referencia; encontramos que “...(el fantasma) es idéntico a la fantasía que sirvió (al sujeto) para su satisfacción sexual durante un periodo de masturbación.” ¿Cómo ligar pues, el fantasma al síntoma? Veamos: en un primer estadio podemos anunciar la existencia de Otro (el seductor, el de la teoría traumática) que posibilita –con su verbo- el recorte pulsional en el sujeto: recordemos, con Lacan en el seminario XX; que “las pulsiones son el eco de que en el cuerpo hay un decir”. Hasta este estadio la satisfacción se enmarca en la fricción del órgano sin contenido de representación: he aquí el onanismo. Luego la satisfacción se “engarza” a la fantasía: Verlötung es el término que utilizará Freud en 1908 para hablar de soldadura. Esta fusión ya tiene un contenido de representación: he aquí la masturbación. Como sabemos, luego se suelta este engarce: se renuncia a la acción y se conserva el fantasma. Finalmente el fantasma se reprime: he aquí el contenido latente del síntoma. Palabras poéticas nos llegan desde Lacan para explicarlo: “El síntoma representa el retorno de la verdad en la falla de un saber.” El síntoma es, entonces, el retorno –vía inconsciente- de la represión. O, para decirlo todo, es la represión misma. (El psicótico –que reprime in altero- no tiene síntoma; su delirio es plena certeza: cree en él y nunca nos visitaría porque eso le moleste; eso sí, probablemente moleste a otros y eso hará que lo traigan.) Así como la represión ES el retorno-de-lo-reprimido; el síntoma es su metáfora. He aquí, otra vez, como aparece la necesidad de hablar del síntoma como una estructura de lenguaje. Su desciframiento es en transferencia; su materia prima es la palabra. Pero esa palabra que al sujeto sorprende, que lo descentra, lo mueve de su eje; esa palabra-plena que hace que el único y verdadero acto logrado sea (el) fallido. He aquí también lo inconsciente: eso que “...falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente.” Cuando el sujeto, en análisis, dijo “Juan” y se corrige porque quería decir “Pedro”; está haciendo uso de sus defensas yoicas; es con su yo que se defiende: “yo no lo dije”, “yo quería decir Pedro” y –a la vez- está nombrando lo que no sabe: eso también es lo inconsciente: un saber-no-sabido; un saber ignorado que excede al sujeto en su decir y lo con(voca) a hablar de lo que no quería (¿de lo que no deseaba?): “Pues bien, hablemos de Juan.” Por eso el psicoanálisis subvierte al sujeto cartesiano de la certeza; y escribe su nuevo cogito: “soy donde no me pienso”. Por eso Lacan dirá que “...la palabra puede expresar al ser del sujeto pero, hasta cierto punto, nunca lo logra.” Y bien, entonces, síntoma y palabra dan el sentido del que veníamos dialectizando. Ese sentido es sexual, es traumático; tiene al falo como operador central y al verbo como lo que pulsa desde el Otro. De aquí que también Lacan conceptualizará al síntoma como la inmixión de lo simbólico (el significante) en lo real. Real que se localiza (¿y dónde sino?) en lo imaginario construido; esto es: el cuerpo. El cuerpo, territorio de goce y de significación. Único lugar posible donde un sujeto se-habita y encuentra su dolor. Y esto para quienes todavía siguen pensando en el cartesianismo psique/soma; o sea: “Es sorprendente que el psicoanálisis no haya brindado aquí el más mínimo estímulo a la psicología. Freud hizo todo lo posible para ello, pero, obviamente, los psicólogos son sordos. Esa cosa que sólo existe en el vocabulario de los psicólogos –una psique adherida como tal a un cuerpo. ¿Por qué diablos, cabe decirlo, por qué diablos el hombre sería doble? (...) ¿Por qué diablos no limpiar de nuestra mente toda esa psicología defectuosa y no intentar deletrear lo tocante a la Bedeutung del falo?” Este real, como sabemos, es también un imposible; es aceptar (como lo expresó Freud hace más de cien años) que la “desdicha cotidiana” es constitucional para el ser-que-habla; que también el sujeto está “sintomatizado” por el Malestar que su Cultura (le) produce y que si “Eso goza, entonces yo debo responder como sujeto deseante”. Estos movimientos con relación al goce (al sufrimiento, a lo que pulsa, a lo habrá que descrifrar; en fin, a lo que Gardel & Le Pera pronunciaron: “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”) constituyen la dinámica en dónde cada singularidad posicionará su Falta-en-Ser, su vacío; su disyunción entre amor y deseo o su recorrido entre deseo y goce. También Lacan lo dirá en respuesta a una pregunta de su audiencia: “Freud ha podido enunciar que hay Urverdrängung, una represión que jamás es anulada. Es de la naturaleza misma de lo simbólico comportar ese agujero.” Entonces; ¿qué? Es importante entender que, a diferencia del síntoma médico, la concepción psicoanalítica del síntoma tiene que ver con una “formación de compromiso” (formación sustitutiva o reactiva –como en la neurosis obsesiva-) y que –como dijimos- forma parte de la estructura subjetiva. Es en este sentido que, desde el punto de vista topológico, el síntoma es indisoluble al nudo borromeo de los tres registros propuesto por Lacan. Esta indisolubilidad, al mejor estilo-prótesis, anuda los tres redondeles y nos lleva a pensar un nuevo modelo clínico donde el sujeto pueda acceder al savoir-faire de su estructura. (Podríamos recordar que la etimología del término remite a lo que cae en simultáneo o lo que coincide; ergo, el síntoma anudado no cae para que algo se modifique.) Si sabemos, con Lacan, que “no hay relación más que ahí donde hay síntoma” ; y si pensamos que la relación sexual no existe; entonces parecería prudente darle al síntoma el estatuto lógico –y ético- que le corresponde: si el sujeto tanto se aferra a él es porque, además de la porción de goce que conlleva la adherencia, le permite –en tanto sujeto por su relación al corte- ex - sistir en la singularidad de su Ser. (El sujeto es el corte mismo.) Por eso en su último modelo de síntoma, Lacan utilizará la conocida fórmula de unión entre el symptome, el saint homme y Santo Tomás: el sinthome. El engarce, como todo lo que viene de su obra; no es azaroso; así como el hecho que haya elegido a James Joyce y su Ulises para mostrarnos cómo un síntoma puede funcionar como Nombre del Padre: he aquí el cuarto nudo de su lógica. He aquí la solución para aceptar la “desdicha cotidiana”: el nudo que se ata (vía significación fálica, en caso del síntoma neurótico o en la metáfora delirante, para la psicosis) al Complejo nuclear del sujeto. Cito: “El complejo de Edipo es como tal un síntoma. Es en tanto que el Nombre del Padre es también el Padre del nombre que todo se sostiene, lo que no vuelve menos necesario el síntoma.” Esto es lo que lleva a darle un estatuto ético a lo inconsciente; al síntoma y, por ende, a la clínica psicoanalítica. La inscripción Freudiana pronunciada en la Conferencia 31 (Wo es war, soll Ich werden) podemos leerla, junto a Slavoj Zizek, como: “tu, el sujeto, te has de identificar con el lugar en el que tu síntoma ya estaba (...) has de reconocer el elemento que da congruencia a tu ser.”
TEXTO PUBLICADO EN: Actualidad Psicológica nro.331; Junio 2005.
de: http://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=418942411502899&id=115394355191041
Ahora bien: ¿de qué Síntoma hablamos en psicoanálisis? La construcción del Síntoma Analítico viene dada por la construcción misma de la Puesta en Acto de lo Inconsciente: el psicoanálisis, lejos de buscar rápidamente la curación (y el bien) del sujeto –furor curandis- crea –repito: crea- una neoformación: un nuevo síntoma que forma parte del constructo entre analista y anali(siendo). Desde Freud hasta nuevo aviso, las Neurosis son De Transferencia. Y así como el analista forma parte de lo inconsciente (ergo: quien no se analiza no tiene inconsciente) el síntoma también se constituye en el ensamblaje entre el diván y el sillón del analista.Resulta entonces que el Síntoma (la queja de lo que no-marcha) es el modo que pre-anuncia la Entrada en Análisis (por ello es que el paciente golpea a nuestra puerta); pero lleva también implícito la categoría de Estructural. Como dice Lacan: en ningún otro lugar que en la Psicosis, “...el síntoma, si se sabe leerlo, está más claramente articulado en la estructura misma." (Aquí también puede resultar claro porqué hablar de Patología en el sujeto es ya un abuso de términos).Para entender la cápsula en la cual está envuelto el síntoma, tenemos que pensar en las fantasías (fantasmas) que son sus proto-precursores. En 1909, Freud ya entiende al ataque histérico como un “sustituto de una satisfacción autoerótica antaño ejercida y desde entonces resignada.” Un año antes nos dirá que “el síntoma histérico es el símbolo mnémico de ciertas impresiones y vivencias (traumáticas) eficaces.” Es decir que será el síntoma lo que permitirá dar al trauma el carácter de tal. También en el apéndice, parte II, del Proyecto; conceptuará al síntoma como formación simbólica que incluye al recuerdo traumático como “efecto retardado” (nachträglich) y que tipifica la represión histérica. Ahora bien, la frase-fuerte-freudiana, en este punto, creo que la encontramos en 1908 cuando nos dice: “el síntoma histérico ES la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento de deseo.” Aquí la importancia clínica: interrogando al síntoma encontramos al fantasma asociado. (Esto no implica, claro, que el analizante verbalice primero el fantasma y después entremos al síntoma; ya que, de hecho, la lógica síntoma-fantasma es biunívoca y, clínicamente, es así como sucede; ya que al desplegar el fantasma el sujeto puede comenzar a poner en acto su neurosis transferencial y su neo-formación sintomática.)Como vemos, síntoma y fantasma se unen con el lazo de lo (real) sexual; y no podría haber sido distinto: ese real, del que el sujeto nada quiere saber, es justamente lo que lo divide: allí encontramos lo que Oscar Massotta definiría como el juglar que siempre canta la misma canción (sexualidad y muerte): lo inconsciente. En el mismo texto freudiano al que hacíamos referencia; encontramos que “...(el fantasma) es idéntico a la fantasía que sirvió (al sujeto) para su satisfacción sexual durante un periodo de masturbación.” ¿Cómo ligar pues, el fantasma al síntoma? Veamos: en un primer estadio podemos anunciar la existencia de Otro (el seductor, el de la teoría traumática) que posibilita –con su verbo- el recorte pulsional en el sujeto: recordemos, con Lacan en el seminario XX; que “las pulsiones son el eco de que en el cuerpo hay un decir”. Hasta este estadio la satisfacción se enmarca en la fricción del órgano sin contenido de representación: he aquí el onanismo. Luego la satisfacción se “engarza” a la fantasía: Verlötung es el término que utilizará Freud en 1908 para hablar de soldadura. Esta fusión ya tiene un contenido de representación: he aquí la masturbación. Como sabemos, luego se suelta este engarce: se renuncia a la acción y se conserva el fantasma. Finalmente el fantasma se reprime: he aquí el contenido latente del síntoma. Palabras poéticas nos llegan desde Lacan para explicarlo: “El síntoma representa el retorno de la verdad en la falla de un saber.” El síntoma es, entonces, el retorno –vía inconsciente- de la represión. O, para decirlo todo, es la represión misma. (El psicótico –que reprime in altero- no tiene síntoma; su delirio es plena certeza: cree en él y nunca nos visitaría porque eso le moleste; eso sí, probablemente moleste a otros y eso hará que lo traigan.) Así como la represión ES el retorno-de-lo-reprimido; el síntoma es su metáfora. He aquí, otra vez, como aparece la necesidad de hablar del síntoma como una estructura de lenguaje. Su desciframiento es en transferencia; su materia prima es la palabra. Pero esa palabra que al sujeto sorprende, que lo descentra, lo mueve de su eje; esa palabra-plena que hace que el único y verdadero acto logrado sea (el) fallido. He aquí también lo inconsciente: eso que “...falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente.” Cuando el sujeto, en análisis, dijo “Juan” y se corrige porque quería decir “Pedro”; está haciendo uso de sus defensas yoicas; es con su yo que se defiende: “yo no lo dije”, “yo quería decir Pedro” y –a la vez- está nombrando lo que no sabe: eso también es lo inconsciente: un saber-no-sabido; un saber ignorado que excede al sujeto en su decir y lo con(voca) a hablar de lo que no quería (¿de lo que no deseaba?): “Pues bien, hablemos de Juan.” Por eso el psicoanálisis subvierte al sujeto cartesiano de la certeza; y escribe su nuevo cogito: “soy donde no me pienso”. Por eso Lacan dirá que “...la palabra puede expresar al ser del sujeto pero, hasta cierto punto, nunca lo logra.” Y bien, entonces, síntoma y palabra dan el sentido del que veníamos dialectizando. Ese sentido es sexual, es traumático; tiene al falo como operador central y al verbo como lo que pulsa desde el Otro. De aquí que también Lacan conceptualizará al síntoma como la inmixión de lo simbólico (el significante) en lo real. Real que se localiza (¿y dónde sino?) en lo imaginario construido; esto es: el cuerpo. El cuerpo, territorio de goce y de significación. Único lugar posible donde un sujeto se-habita y encuentra su dolor. Y esto para quienes todavía siguen pensando en el cartesianismo psique/soma; o sea: “Es sorprendente que el psicoanálisis no haya brindado aquí el más mínimo estímulo a la psicología. Freud hizo todo lo posible para ello, pero, obviamente, los psicólogos son sordos. Esa cosa que sólo existe en el vocabulario de los psicólogos –una psique adherida como tal a un cuerpo. ¿Por qué diablos, cabe decirlo, por qué diablos el hombre sería doble? (...) ¿Por qué diablos no limpiar de nuestra mente toda esa psicología defectuosa y no intentar deletrear lo tocante a la Bedeutung del falo?” Este real, como sabemos, es también un imposible; es aceptar (como lo expresó Freud hace más de cien años) que la “desdicha cotidiana” es constitucional para el ser-que-habla; que también el sujeto está “sintomatizado” por el Malestar que su Cultura (le) produce y que si “Eso goza, entonces yo debo responder como sujeto deseante”. Estos movimientos con relación al goce (al sufrimiento, a lo que pulsa, a lo habrá que descrifrar; en fin, a lo que Gardel & Le Pera pronunciaron: “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”) constituyen la dinámica en dónde cada singularidad posicionará su Falta-en-Ser, su vacío; su disyunción entre amor y deseo o su recorrido entre deseo y goce. También Lacan lo dirá en respuesta a una pregunta de su audiencia: “Freud ha podido enunciar que hay Urverdrängung, una represión que jamás es anulada. Es de la naturaleza misma de lo simbólico comportar ese agujero.” Entonces; ¿qué? Es importante entender que, a diferencia del síntoma médico, la concepción psicoanalítica del síntoma tiene que ver con una “formación de compromiso” (formación sustitutiva o reactiva –como en la neurosis obsesiva-) y que –como dijimos- forma parte de la estructura subjetiva. Es en este sentido que, desde el punto de vista topológico, el síntoma es indisoluble al nudo borromeo de los tres registros propuesto por Lacan. Esta indisolubilidad, al mejor estilo-prótesis, anuda los tres redondeles y nos lleva a pensar un nuevo modelo clínico donde el sujeto pueda acceder al savoir-faire de su estructura. (Podríamos recordar que la etimología del término remite a lo que cae en simultáneo o lo que coincide; ergo, el síntoma anudado no cae para que algo se modifique.) Si sabemos, con Lacan, que “no hay relación más que ahí donde hay síntoma” ; y si pensamos que la relación sexual no existe; entonces parecería prudente darle al síntoma el estatuto lógico –y ético- que le corresponde: si el sujeto tanto se aferra a él es porque, además de la porción de goce que conlleva la adherencia, le permite –en tanto sujeto por su relación al corte- ex - sistir en la singularidad de su Ser. (El sujeto es el corte mismo.) Por eso en su último modelo de síntoma, Lacan utilizará la conocida fórmula de unión entre el symptome, el saint homme y Santo Tomás: el sinthome. El engarce, como todo lo que viene de su obra; no es azaroso; así como el hecho que haya elegido a James Joyce y su Ulises para mostrarnos cómo un síntoma puede funcionar como Nombre del Padre: he aquí el cuarto nudo de su lógica. He aquí la solución para aceptar la “desdicha cotidiana”: el nudo que se ata (vía significación fálica, en caso del síntoma neurótico o en la metáfora delirante, para la psicosis) al Complejo nuclear del sujeto. Cito: “El complejo de Edipo es como tal un síntoma. Es en tanto que el Nombre del Padre es también el Padre del nombre que todo se sostiene, lo que no vuelve menos necesario el síntoma.” Esto es lo que lleva a darle un estatuto ético a lo inconsciente; al síntoma y, por ende, a la clínica psicoanalítica. La inscripción Freudiana pronunciada en la Conferencia 31 (Wo es war, soll Ich werden) podemos leerla, junto a Slavoj Zizek, como: “tu, el sujeto, te has de identificar con el lugar en el que tu síntoma ya estaba (...) has de reconocer el elemento que da congruencia a tu ser.”
TEXTO PUBLICADO EN: Actualidad Psicológica nro.331; Junio 2005.
de: http://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=418942411502899&id=115394355191041
domingo, 16 de septiembre de 2012
El teorema de Gödel, sobre la verdad y la demostrabilidad
El teorema de Gödel es equiparable por su importancia a la teoría de la relatividad de Albert Einstein, y es una de las construcciones fundamentales de las matemáticas de todos los tiempos. Gödel utilizó el rigor de las matemáticas para demostrar, sin lugar a dudas, que las matemáticas mismas son incompletas. En su artículo de 1931, Gödel demuestra que en cualquier sistema lógico basado en axiomas y reglas de inferencia, existen enunciados cuya verdad o falsedad no vamos a poder decidir, basándonos en la propia lógica matemática del sistema. Antes de Gödel esto ni siquiera se consideraba, pues lo interesante de un enunciado era poder demostrar que era verdadero o bien era falso. A partir de Gödel aparece una diferencia muy sutil entre verdad/falsedad y demostrabilidad.
El teorema de Gödel tiene que ver con enunciados que hacen referencia a sí mismos. Sócrates afirmaba, en su famosa frase:" Yo sólo sé que no sé nada". Se contradecía, al afirmar que sólo sabía una cosa y, al mismo tiempo, no sabía nada:hacía referencia a si mismo y ahí es donde residía su contradicción. A principios del siglo XX (1902) el gran matemático y filósofo Bertran Russell, que entonces era un joven de 30 años, le envió una carta al gran matemático Gottlog Frege, uno de los creadores de la lógica simbólica, en la que le planteaba una paradoja que generaba una contradicción en su sistema de axiomas (ver explicación sencilla). Frege había publicado ya un primer tomo tratando de sistematizar toda la matemática en base a la pura lógica, pero al recibir la carta de Russell se dio cuenta que la obra de sistematización, que le había empleado toda su vida, quedaba en entredicho. Así lo reflejó, con tristeza, al publicar su segundo tomo en el que debía concluir su labor sistematizadora.
Al cabo de unos años (1913), el propio Rusell y otro gran matematico, Alfred North Whitehead, trataron de reparar el daño hecho por su paradoja, al formidable edificio de la lógica matemática, escribiendo una obra monumental que titularon Principia Mathematica. Llegaron a desarrollar un sistema matemático de axiomas y reglas de inferencia, cuyo propósito era el que fuera posible traducir en su esquema todos los tipos de razonamientos matemáticos correctos. Todo estaba especialmente cuidado para impedir los tipos de razonamiento paradójico que conducían a la propia paradoja de Russell. Posteriormente, el matemático David Hilbert se embarcó en la tarea de establecer un esquema mucho más manejable y comprensible. Se incluirían todos los tipos de razonamientos matemáticamente correctos para cualquier área matemática particular. Además, pretendía que fuera posible demostrar que el esquema estaba libre de contradicciones. Entonces, las matemáticas estarían situadas, para siempre, sobre unos fundamentos inatacables.
Pero en 1931 Kurt Gödel, un joven matemático austríaco de 25 años, publicó su famoso artículo" Sobre proposiciones formalmente no decidibles en Principia Mathematica y sistemas relacionados" y desmontó, definitivamente, la soberbia estructura montada sobre la lógica matemática, que se suponía completa. Destrozó el programa planeado por Hilbert, porque demostró que cualquiera de estos sistemas matemáticos precisos (formales) de axiomas y reglas de inferencia (finitos), siempre que sea lo bastante amplio para contener descripciones de proposiciones aritméticas simples y siempre que esté libre de contradicción, debe contener algunos enunciados que no son demostrables ni indemostrables con los medios permitidos dentro del sistema. De hecho, por sorprendente que parezca, Gödel demostró que el mismo enunciado de la consistencia del propio sistema axiomático debe ser una de esas proposiciones indecidibles.
Gödel nos descubrió que la verdad es una categoría superior a la demostrabilidad, y que su argumento nos da la posibilidad, mediante intuición directa, de ir más allá de las limitaciones de cualquier sistema matemático formalizado. Penrose utiliza el argumento de Gödel para demostrar el funcionamiento no algorítmico de la mente. El sistema matemático más perfecto que podamos conseguir, con un número finito de axiomas y reglas de inferencia, es incapaz por principio de probar la verdad/falsedad de enunciados que nosotros, desde fuera del sistema, advertimos sin demasiada dificultad. Un ordenador basado en la programación automática que conocemos, a base de algoritmos matemáticos, tiene una limitación fundamental independiente de que el programa sea mejor o peor o que su memoria y capacidad de cálculo sean de mayor o menor potencia.
de: https://www.facebook.com/LiteraturaYPsicoanalisis/posts/427065167328536
El teorema de Gödel es equiparable por su importancia a la teoría de la relatividad de Albert Einstein, y es una de las construcciones fundamentales de las matemáticas de todos los tiempos. Gödel utilizó el rigor de las matemáticas para demostrar, sin lugar a dudas, que las matemáticas mismas son incompletas. En su artículo de 1931, Gödel demuestra que en cualquier sistema lógico basado en axiomas y reglas de inferencia, existen enunciados cuya verdad o falsedad no vamos a poder decidir, basándonos en la propia lógica matemática del sistema. Antes de Gödel esto ni siquiera se consideraba, pues lo interesante de un enunciado era poder demostrar que era verdadero o bien era falso. A partir de Gödel aparece una diferencia muy sutil entre verdad/falsedad y demostrabilidad.
El teorema de Gödel tiene que ver con enunciados que hacen referencia a sí mismos. Sócrates afirmaba, en su famosa frase:" Yo sólo sé que no sé nada". Se contradecía, al afirmar que sólo sabía una cosa y, al mismo tiempo, no sabía nada:hacía referencia a si mismo y ahí es donde residía su contradicción. A principios del siglo XX (1902) el gran matemático y filósofo Bertran Russell, que entonces era un joven de 30 años, le envió una carta al gran matemático Gottlog Frege, uno de los creadores de la lógica simbólica, en la que le planteaba una paradoja que generaba una contradicción en su sistema de axiomas (ver explicación sencilla). Frege había publicado ya un primer tomo tratando de sistematizar toda la matemática en base a la pura lógica, pero al recibir la carta de Russell se dio cuenta que la obra de sistematización, que le había empleado toda su vida, quedaba en entredicho. Así lo reflejó, con tristeza, al publicar su segundo tomo en el que debía concluir su labor sistematizadora.
Al cabo de unos años (1913), el propio Rusell y otro gran matematico, Alfred North Whitehead, trataron de reparar el daño hecho por su paradoja, al formidable edificio de la lógica matemática, escribiendo una obra monumental que titularon Principia Mathematica. Llegaron a desarrollar un sistema matemático de axiomas y reglas de inferencia, cuyo propósito era el que fuera posible traducir en su esquema todos los tipos de razonamientos matemáticos correctos. Todo estaba especialmente cuidado para impedir los tipos de razonamiento paradójico que conducían a la propia paradoja de Russell. Posteriormente, el matemático David Hilbert se embarcó en la tarea de establecer un esquema mucho más manejable y comprensible. Se incluirían todos los tipos de razonamientos matemáticamente correctos para cualquier área matemática particular. Además, pretendía que fuera posible demostrar que el esquema estaba libre de contradicciones. Entonces, las matemáticas estarían situadas, para siempre, sobre unos fundamentos inatacables.
Pero en 1931 Kurt Gödel, un joven matemático austríaco de 25 años, publicó su famoso artículo" Sobre proposiciones formalmente no decidibles en Principia Mathematica y sistemas relacionados" y desmontó, definitivamente, la soberbia estructura montada sobre la lógica matemática, que se suponía completa. Destrozó el programa planeado por Hilbert, porque demostró que cualquiera de estos sistemas matemáticos precisos (formales) de axiomas y reglas de inferencia (finitos), siempre que sea lo bastante amplio para contener descripciones de proposiciones aritméticas simples y siempre que esté libre de contradicción, debe contener algunos enunciados que no son demostrables ni indemostrables con los medios permitidos dentro del sistema. De hecho, por sorprendente que parezca, Gödel demostró que el mismo enunciado de la consistencia del propio sistema axiomático debe ser una de esas proposiciones indecidibles.
Gödel nos descubrió que la verdad es una categoría superior a la demostrabilidad, y que su argumento nos da la posibilidad, mediante intuición directa, de ir más allá de las limitaciones de cualquier sistema matemático formalizado. Penrose utiliza el argumento de Gödel para demostrar el funcionamiento no algorítmico de la mente. El sistema matemático más perfecto que podamos conseguir, con un número finito de axiomas y reglas de inferencia, es incapaz por principio de probar la verdad/falsedad de enunciados que nosotros, desde fuera del sistema, advertimos sin demasiada dificultad. Un ordenador basado en la programación automática que conocemos, a base de algoritmos matemáticos, tiene una limitación fundamental independiente de que el programa sea mejor o peor o que su memoria y capacidad de cálculo sean de mayor o menor potencia.
de: https://www.facebook.com/LiteraturaYPsicoanalisis/posts/427065167328536
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Muchos lo entienden,¿pero lo saben? ;) ...quien lo sabe, saborea. No investiga en libros el sabor del helado, porque él sabe cómo sabe...¿y como sabe que sabe?...porque ha saboreado el sabor, por eso sabe y es un sabio, no alguien que entiende. Por eso no pregunta ni habla mucho de cual es el sabor (y cuando habla sabe que no podrá hacer a los otros saborear el sabor), porque ¿cómo hablar del sabor a alguien que no ha saboreado eso que yo saboree, que es mi saber?. Por eso solo sabe quien lo ha saboreado, lo demás son solo mas palabras, ideas, ilusiones (mas de lo Simbolico, como diría mi amigo Jaques =P) . Y como dice Jodorowsky, por mas que repitas la palabra "miel" la boca no se te pondrá mas dulce (¿hablara de lo Real este señor?)....Y ¿sabe algo el sabio?..la verdad es que no, no sabe nada (y por eso sabe tanto también!!!), quizás solo sabe a sabio...quien sabe.
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