Quién o qué soy, ha de ser la pregunta fundante de la creación del universo como lo conocemos.
Si ha de haber algo que constituye la vida no son precisamente las respuestas, sino las preguntas. ¿Cómo llegar más allá? ¿Cómo lograr aquello? ¿Qué hay detrás de eso?...son preguntas fundamentales en la vida del hombre que dan un impulso, un soplo de vida en la monotonía que le hereda la cultura (atreves de dogmas o “sentido común”). Es más, me atrevo a decir que en el momento en que encontramos alguna respuesta una parte nuestra muere, se va de esta realidad.
Así como el thanatos freudiano nos habla de la muerte como un retorno a un “estado anterior” al ser, lo que podría ser considerado como la vuelta a la matriz perinatal e incluso antes de la concepción misma, la respuesta nos devuelve a un estado de quietud y hasta la cristalización del espíritu.
Si bien la respuesta es el equilibrio a la tensión constante por la pregunta que nos dé un estado de tensión al dejarnos plantados en la incertidumbre, no puede ser este el fin de todo. Incluso en el fin de los tiempos, cuando el último suspiro escape del Yo último, cabe preguntarse qué hay después de esto, como ultimo regalo al universo en su proyecto de auto conocimiento.
Así ,como cuando nos hacemos la pregunta de ¿Quién soy? ¿Qué soy?, la vida, la existencia se recrea así misma para, desde la dualidad, conocerse a atreves de nosotros, como humanos, como seres vivientes, como seres animados e inanimados.
El Uno, la Consciencia Cósmica, es incapaz de auto explorarse, auto conocerse, y si bien no necesita nada, este estado lo hace perderse del excitante auto conocimiento y auto descubrimiento. Es así como la unidad se divide a atreves de una pregunta fundante para conocerse a sí misma en todas sus posibilidades…y aquí estamos nosotros.
Somos la dualidad hecha carne preguntándonos por el qué hacer de las cosas y de la vida. Dándonos aliento de existencia a través de las miles de preguntas inocentes, como de niños, que apuntan a la expansión de nuestros espacios de comprensión y conocimiento.
Y tal vez no hallemos una sola respuesta lógica en la frontera del lenguaje a tal fundamentales preguntas, sin embargo abrimos el espectro a un caudal de respuestas que nos regalan la maravilla del asombro y la novedad.
Así como los niños, es necesario volver a preguntarnos por la vida misma, como modo de contrarrestar la alienación a una vida rutinaria que se pierde bajo el alero de la respuesta y la inanición de la seguridad dogmatica.
Donde hay respuesta hay muerte (y no estoy diciendo que la muerte sea mala, sino solo el detenimiento del fluir de la consciencia), y donde surge una pregunta el universo danza en la alegría cósmica del autoconocimiento, así como cuando logramos aprender algo de nosotros mismo a través de alguna pregunta formulada y dejamos de ser habitantes de un terreno tan desconocido.
Y con esto no quiero dar respuesta alguna, sino más bien preguntas: ¿Qué hay detrás de todas estas palabras? ¿Qué quiere realmente decirnos el autor? ¿Sera tan simple como decir respuesta igual a muerte, o pregunta igual a vida? ¿Por qué leo esto en este momento?...
Yo solo sé que muy poco se…y quizás solo se solo se de preguntas.
1 comentario:
Hola Jorge, esto qué publicaste me ha dejado casi sin palabras, además de que me ha parecido hermoso, ha respondido a una pregunta que yo tenia, ¿es de tu autoría?
Muchas muchísimas gracias.
Silvia de México
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