Nuestra ilusoria naturaleza, aquella que nos hace ser seres humanos, seres culturales, es tan falsa, que un genuino acto de amor podría encaminarnos a ser aquello que realmente somos. Es atravesar el desierto en busca de nuestra particularidad, con las dificultades y sufri-mientos que eso implique. Es desprendernos de la falsedad de aquello que creemos somos.
Y es claro, si el Yo es falso, como esperar que que la sociedad, construida de una multiplicidad de sujetos que se señalan a si mismo como "yo", sea verdadera, por lo que sus gestaciones, sus productos serán falsos.
¿Que amo cuando amo?¿quien habla cuando habla?¿quien escucha cuando escucha?, etc. Aquel que pide una revolución, un cambio profundo no es un "yo" salido de la nada, sino que es mas una construcción, un discurso venido de otra parte. Entonces, aquello que se pide, quien pide, no es genuino, no es puro en su petición si no antes sabe quien es él.
Ni siquiera una revolución interior, simplemente una revolución personal que nos lleve a lo central de nuestra existencia para poder que es lo que realmente hay ahi, que es lo que realmente se necesita.
Sin esto es probable que, como ya alguna vez lo dije, aunque mañana nos regalen la educación, nos regalen el pan y el pasaje de bus o nos regalen casas. Aunque nos regalen el anhelado cambio de ideales, de gobierno o de ideología , de moral, etc...nada va a cambiar realmente si no cambiamos radicalmente nuestra miserable existencia...y eso nadie nos lo puede regalar,solo depende de nosotros."
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