jueves, 22 de diciembre de 2011

La voz del Tarot xv


Hay dos términos que se nos pueden dar en la vida. Uno, es un término donde las cosas acaban, en el plano físico, y no es mucho lo que sacamos al limpio más que decir :“las cosas comienzan, las cosas terminan, o todo lo que sube tiene que bajar, etc.” Sin embargo hay otros finales donde luego de caminar los senderos de la vida, nuestro nivel de consciencia, nuestra capacidad de percatarnos de las “verdades” o las “bellezas” de la vida, aumentan, haciéndonos personas que quizás no tengamos más conocimiento pero si mas sabiduría, luego de haber experimentado en carne propia una experiencia que nos permite sentirnos más grandes y maduros.


En este camino de aprendizaje, el Tarot nos dice que muchas veces, antes de llegar a estos momentos de pseu
doepifanías, nos encontramos en situaciones que corresponden a crisis donde realmente avanzamos de espalda, no sabiendo hacia dónde vamos y tratando de encontrar respuestas en nuestras experiencias pasadas. Pero en la medida en que logramos superar nuestros temores a la incertidumbre del futuro, logramos alcanzar un cierre de ciclo. Nadie nos dice que esto es bueno o malo, el Tarot no juzga, pero si sabemos que en el proceso de evolución de cualquier cosa que miremos a nuestro alrededor, es necesario llegar a un Final para dar comienzo a un Principio.
Hasta aquí, todo perfe
cto. Sin embargo es probable que por miedo a perder nuestro piso, por miedo a cambiar lo cierto por lo incierto, volvamos a etapas anteriores de consciencia donde nos apoyamos, como niños, de nuestro ambiente. Regresamos a escuchar lo que dirán nuestros padres, amigos, compañeros, de nuestra vida, para preferiblemente no hacernos cargo de nuestra responsabilidad y desarrollo. Es generalmente lo que nos pasa, que preferimos escuchar a otros y no valernos de nosotros mismos, lo que muchas veces nos aleja de nuestra sabiduría organismica y no nos permite madurar.

Es menester hacernos adultos. Vivimos en una sociedad llena de niños que buscan la aprobación de sus padres por miedo a hacerse adultos. El madurar es una responsabilidad, tanto con uno mismo como con los otros. Es tomar las riendas de nuestra vida y dominar los caballos de las pasiones mediante el manejo de nuestra voluntad. Es hacernos dueños de nuestro carro y realizar actos en el mundo que vayan acorde a la evolución de todos. El mundo está en un constante crecimiento y es también nuestra responsabilidad ser protagonistas de este, pero desde nuestras vidas, para poder ser nosotros ejemplos de realización.

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