No lo recordé hasta que alguien lo comenzó a tararear, sin ver quizás el mensaje que sus palabras dejaban.
En casa de uno de esos siempre nuevos conocidos que fui creándome mientras viajaba, el hijo del dueño de casa, mientras nosotros los "adultos" compartíamos algunas pizzas y cervezas en la cocina, insistía: "Quiero que alguien juegue conmigo. Quiero que alguien juegue conmigo. Quiero que alguien juegue conmigo. Quiero que alguien juegue conmigo. Quiero que alguien..."
Sin percatarnos, en aquel mismo momento y con un mundo de otros conceptos mas, repetíamos y compartíamos en base la misma idea que aquel niño con pucheros e inocencia expresaba.
...y cuántas veces y de cuantas formas diferentes y extrañas estamos nosotros diciendo o tratado de decir simplemente: "quiero que alguien juegue conmigo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario