A nadie le parece extraño hoy abrir el diario o prender el televisor y ver como la gente se suma a distintos tipos de manifestaciones que buscan cambiar la situación actual. Los ejemplos son muchos y no es necesario repetirlos aquí. Año tras año, década tras década (porque este no es un problema de un gobierno) las personas han pedido diferentes reformas y cambios para, de una u otra manera, mejorar su forma o status de vida, sin embargo ¿Cuántos se han preocupado de cambiar a sí mismos?
A mi parecer, y por lo que he estudiado, todas las necesidades del ser humano que están mas allá de la alimentación y la protección (tan básico como el calor) nacen de deseos que el Ego necesita satisfacer. Y cuando hablo de Ego no hablo de egocentrismo, sino que hablo de aquello que conocemos como “Yo”. En este sentido, nuestras sociedades y sus individuos, día a día están siendo bombardeados por infinitas formas de satisfacer placeres que nada tienen que ver con la felicidad esencial del ser humano y que sobre todo abogan a una sociedad más individualista y más centrada es sus placeres que en la necesidad básica de los demás.
Día a día vemos como las personas aspiran a tener una casa, un auto, un celular especial, y pareciera que viven bajo más estrés que aquellos que viven con lo necesario y que buscan la satisfacción en su interior más que en su exterior. Peor aún, seguimos siendo bombardeados, principalmente por los medios de comunicación, por formas de vida que se nos proponen como optimas y nos hacen aspirar a una ilusión creada por el mercado, que a fin de cuentas, es el único que gana con la satisfacción de los deseos humanos.
Si pusiéramos un poco mas de atención a nuestros procesos internos en vez de seguir buscando satisfacciones externas, nos daríamos cuenta que muchas de las soluciones están en este mismo instante, es más, no habría soluciones, porque probablemente se disolverían aquellos que consideramos “problemas”.
Bien sabemos que hoy en día vivimos un momento histórico en nuestro país, y este tiene que ver con la educación. Me parece que si vamos desenredando la madeja que hoy se trata de solucionar, entre parlamentarios y estudiantes, llegamos a una base fundamental de la sociedad: La familia. ¿En qué momento pretendemos dejar la educación en manos del Estado (de otros)? ¿Por qué no somos nosotros (poniéndome en lugar de padres) quienes comenzamos con la buena educación que esperamos para nuestros hijos?...luego de esta pregunta escucho la respuesta de muchos padres que me dirían: “pero es que hoy no se puede, ya que hay que trabajar para mantener, para sobrevivir…”, yo les pregunto, ¿están trabajando para Ser o para Tener?
Un gran cambio en nuestra cultura sería darnos cuenta que una de las cosas que debemos lograr es Ser más que Tener, puesto que es en lo primero donde la vida puede ser percibida como los orientales tanto nos han mostrado y que tan difícil nos parece apreciar: “como el fluir del agua hacia el mar”, simple, espontanea y sin los embates a los que nos hemos acostumbrados, y lo cual el mercado tan bien ha sabido manejar.
Ahora bien, volviendo a la educación, de los miles de jóvenes que hoy marchan por nuestras calles, de aquellos que alzan la voz por una mejora de la educación ¿Cuántos creen ustedes que busca un libro, investiga, intentan un autodesarrollo? ¿No será que nuestros jóvenes estudian (siguiendo el ejemplo que dan sus padres) más para Tener que para Ser? Al parecer, estamos en presencia de un circulo vicioso que pocos se están dando cuenta, y es principalmente porque la sociedad pareciera no querer darse cuenta, ya que volcar la atención hacia nosotros mismos es más difícil que seguir esperando que las soluciones nos las den otros desde afuera.
Me parece que el regreso a la auto reflexión, tanto personal como en familia, es indispensable en estos momentos donde la sociedad se está viendo cada día mas en crisis, ya que parece difícil aferrarnos a ideales que sostengan nuestras formas de pensamiento como sucedió en el pasado. Por lo mismo, invito a hacer una reflexión sobre estas preguntas, sobre nuestro actuar y nuestro pensar y luego llevar estos temas a la mesa, puesto que como se ha escuchado durante mucho tiempo: “la educación parte por casa”, y la primera casa somos nosotros mismos, es nuestra consciencia.
Namaste
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